Artículo de Gotzon Elizburu, responsable de comunicación y miembro del Consejo Nacional, para la revista independentista de Mallorca L'altra Mirada:

"La capacidad de renovación es, probablemente, la mejor arma para aquellos que vamos siempre a contracorriente. La peor de las pesadillas para cualquier movimiento revolucionario debería ser quedarse estancado, coger olor a cuartelillo, no conectar con la gente ni con el pueblo.

La izquierda abertzale, como movimiento que es, siempre ha tenido y ha demostrado su capacidad de renovarse. Según la estrategia y el contexto histórico del momento, ha sabido cambiar y adaptar la arquitectura de su organización a las nuevas circunstancias. Y ese ha sido, sin lugar a dudas, una de las claves para seguir con su fuerza política y social.

Cuando en 2009 la izquierda abertzale decidió cambiar su estrategia, no resultó nada fácil. Fue una decisión tomada en unas condiciones muy difíciles, fruto de, entre otros, el peso de años de ilegalización y el malestar provocado tras la ruptura del proceso de negociación.

El cambio de estrategia supuso una gran revolución en el seno de la izquierda abertzale, ya que suponía dejar de lado la estrategia político-militar tras el ciclo histórico de 50 años, y apostar por una estrategia política democrática y pacífica, con la creencia de que ya contábamos con las condiciones para emprender un proceso soberanista en Euskal Herria. El cambio de estrategia fue la clave para conectar de nuevo con el pueblo, en aquel momento en el que el Estado nos tenía agarrados hasta ahogarnos, cuando nos quería aislados y arrinconados. La izquierda abertzale empezó con fuerza el nuevo ciclo político tras finalizar la lucha armada: la ilusión en las calles, los excelentes resultados electorales, Sortu abrió las puertas para superar la época de ilegalización. Y con la renovación, seguimos adelante.

Sin embargo, uno de los deberes quedó pendiente en aquel entonces. El torbellino causado por el cambio de estrategia no se enfocó correctamente ni dio tiempo suficiente para realizar los cambios que se debían dar tanto en la organización, como en la cultura política. En resumen: teníamos una nueva estrategia, exitosa y con un gran potencial liberador, pero para hacer frente al nuevo reto continuábamos con las herramientas y mentalidad antiguas.

Arnaldo Otegi manifestó el dilema en una entrevista: la izquierda abertzale tiene una gran capacidad de sacudir la escena política y abrir nuevos escenarios, pero después le cuesta mucho adaptarse a esos nuevos escenarios y sacar beneficio político.

Con el paso de los años, cada vez era más evidente la necesidad de “pararse” y realizar cambios en el modelo organizativo. También la necesidad de fijar las bases de una nueva cultura política y modos de funcionamiento, conscientes de que será un proceso que durará años y que el camino se hace al andar. Punto de partida de todo ello fue el proceso de debate “Abian” (En marcha) realizado en toda la izquierda abertzale a principios de 2016. Junto con el balance de autocrítica de los últimos años, el proceso lanzaba dos mandatos a toda la izquierda abertzale.

El primero, que hacía volver a la izquierda abertzale a su tesis de partida: la lucha de clases toma la forma de lucha nacional en Euskal Herria y, por tanto, el fondo de la estrategia y prioridad será poner en marcha un proceso soberanista para construir un Estado vasco. Lo denominamos Proceso Independentista Transformador. Para ello, se dijo que debemos saber articular los espacios de poder y contrapoder, utilizando como palanca de cambio del proceso las tensiones creativas que se crean entre dichos espacios.

El segundo mandato fue refundar la izquierda abertzale, cada organización mediante su correspondiente congreso. El objetivo, como se ha mencionado, era adaptar la izquierda abertzale a la nueva estrategia respecto a la organización y la cultura política. Se apostó por relegar el esquema vanguardista y se propuso una dirección del proceso compartida y democrática, mostrando la intención de compartir la dirección del proceso con agentes externos a la izquierda abertzale.

Ese es el objetivo de Sortu en el proceso de refundación desde julio de 2016. Dijimos entonces que íbamos a realizar la segunda revolución en la izquierda abertzale. Sortu, al mismo tiempo que renovaba su dirección en el congreso, adaptó su rumbo político y estratégico. Ha planteado cambios profundos en su organización y modelo de funcionamiento.

En lo que respecta a la estrategia política, apuesta por una estrategia confederal. Y eso es un giro copernicano en la historia de la izquierda abertzale. Aun reconociendo que vivimos en un pueblo dividido en dos estados, y junto con el principio democrático, tiene como objetivo articular mayorías sociales a favor del Estado propio, cada territorio a su ritmo, abriendo así la puerta a la oportunidad de conseguir tres Estados: en la CAV, Nafarroa e Ipar Euskal Herria, para que después se confederen entre los tres territorios. Sin embargo, y mientras tanto, se impulsará, a través de una agenda nacional, la cooperación entre los territorios.

En lo referente a la organización, Sortu se ha definido como partido-movimiento. Combina, por un lado, la estructura, la estrategia común, la cohesión y capacidad de síntesis que caracterizan el partido y, por el otro, la horizontalidad, la apertura y el punto transgresor característicos de un movimiento. Para ello combina estructuras verticales y horizontales, siempre manteniendo el espacio de decisión en las estructuras territoriales (las verticales) y entendiendo los espacios abiertos como espacios para las aportaciones y la participación. En ello habrá quien diga que hemos vuelto también al punto de partida, ya que recuerda al modelo de Herri Batasuna.

Además de todo ello, el modelo de congreso también ha sido innovador, en el intento de mantener la coherencia entre lo que reivindicamos y lo que hacemos: democracia, transparencia y participación. Por primera vez en la historia de la izquierda abertzale, se ha dado la opción de debatir y votar de forma presencial y telemática. Para ello, las personas participantes se han inscrito manteniendo el principio de una persona/un voto. Por otro lado, se ha optado por el modelo de primarias para presentarse a la dirección o presentar ponencias.

Ese proceso, además de aportar credibilidad y confianza, ha ofrecido diferentes vías para vincularse a Sortu, haciendo suya por completo la filosofía partido-movimiento.

Tras el largo proceso de debate de año y medio, la izquierda abertzale y Sortu vuelven a mirar hacia adelante. Con las fuerzas recobradas, llenos de ilusión y con ganas de ganar. Al mismo tiempo, Ernai ha celebrado su congreso, el sindicato LAB lo culminará este mes y el EPPK también está inmerso en su debate.

Aquí seguimos, en lucha. Queriendo cerrar un ciclo y abrir otro, por encima de los obstáculos que vengan de los estados. La izquierda abertzale ha vuelto a demostrar su capacidad de renovación. El capital político y militante acumulado durante años es hoy nuestro tesoro más preciado, y más que amortizarlo, debemos capitalizarlo, aunque algunos quieran venderlo como carga. Ahora contamos con las herramientas adecuadas y estamos mucho más preparadas para responder a los retos políticos que tenemos entre manos. Seguimos hacia adelante."

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