Entrevista realizada por el Grupo Noticias.
¿Por qué se ha alejado Sortu de la sociedad?
-En Abian apuntamos a cuatro causas. La primera, que en la nueva apuesta política de hace 6-7 años no nos dimos cuenta a tiempo de que la alternativa al bloqueo de los estados era continuar con la unilateralidad. La segunda, que no supimos adecuar nuestras propuestas a la crisis económica: las consecuencias empezaban a afectar a mucha gente mientras seguíamos excesivamente centrados en lo que llamamos la resolución del conflicto. La tercera, que Sortu y EH Bildu lograron unos resultados espectaculares cuando lo político-institucional comenzaba a sufrir su mayor descrédito reciente. Y por último, no acertamos en adaptar los esquemas mentales de la izquierda abertzale a esa nueva estrategia.
¿Por qué no se consolidó el soberanismo de izquierdas cuando ocupaba el mayor poder de su historia y España padecía una grave crisis?
-Estuvimos excesivamente centrados en la resolución de las consecuencias del conflicto. Seguimos de forma excesivamente mecanicista un planteamiento de tres etapas: resolución de las consecuencias, diálogo político inclusivo para acordar y hacer respetar un marco político democrático, y abordar la acumulación de fuerzas para un proceso como el catalán. El esquema no era tan lineal, pero su lectura terminó resultándolo. Nos centramos en exceso en el primer apartado, olvidando que la manera de forzar al Estado a abordar las consecuencias del conflicto hubiera sido continuar avanzando en esa acumulación.
¿Cuáles son las principales características de esta refundación?
-Sortu se define como partido-movimiento porque aspira a aglutinar y a articular a las personas y organizaciones del movimiento de la izquierda abertzale. Para ello tiene que incorporar elementos para responder a la realidad de movimiento y también los propios de un partido. En cuanto al concepto de militante, se busca que toda aportación, por puntual que sea, sea valiosa y necesaria. Del modelo organizativo, muy unido a la definición de partido-movimiento, destacaría que, para responder a los retos planteados en la línea política, la izquierda abertzale y Sortu deben abordar toda una revolución de cultura organizativa y política. Sobre la línea política no hay tanta novedad desde Abian...
Fijan el 2026 como año de la República Confederal Vasca.
-Eso es. Ponemos esa fecha simbólica que, según las coyunturas, es factible. Desde el principio de realidad, cualquier estrategia exitosa tiene que partir de tres realidades jurídico-administrativas que son fruto de imposiciones y divisiones. La ponencia plantea la estrategia confederal y asimétrica como tres trenes con una estación final con tres andenes. Cada realidad es un tren que puede recorrer su camino al ritmo propio, marcado por la voluntad mayoritaria de los tres espacios. Cada uno tendría que poder llegar a constituirse en Estado si fuera la voluntad mayoritaria. Los tres espacios confluirían bajo un estatus de independencia en una confederación.
¿Por qué siglas habituales en ponencias anteriores como MLNV o ETA no aparecen? ¿Está diseñada la ponencia para una fase sin ellas?
-No es deliberado, será reflejo de que nos encontramos en otro ciclo al que dio pie el cambio de estrategia de la izquierda abertzale y se impone una lógica mucho más vinculada a la construcción de un proyecto con el cambio de cultura política y organizativa. Esa ausencia de los términos a los que te refieres quizá sea reflejo de los quehaceres de este nuevo ciclo.
¿La detención de Irastorza es más el mensaje de un Gobierno recién designado que la detención en sí?
-Pues como carta de presentación no resulta muy halagüeña... Es inaudito que exista una organización armada, no ya que manifiesta su disposición para un desarme acordado y ordenado, sino que ha anunciado que está llevando a cabo de forma propia ese proceso, y que frente a eso se encuentre un Estado haciendo todo lo posible por obstaculizarlo. No creemos que vaya a haber cambios en los próximos tiempos.
Lo recoge la ponencia: ¿qué significa que Sortu debe “cerrar el camino a cualquier tentación de ser pastor y, al mismo tiempo, dejar de ser ovejas”?
-Se refiere al cambio de cultura política y organizativa. En términos sociológicos que acuñó Manuel Castells, es pasar de una identidad resistente a una identidad-proyecto. Tenemos que ser capaces de construir una identidad-proyecto como construimos una identidad resistente. La segunda parte es que la izquierda abertzale, y Sortu en particular, debe abandonar cualquier tentación dirigista y apostar por un esquema de dinamización basado en el liderazgo democrático no autoproclamado y por colaborar con otros agentes.
¿Por qué detallan que “Sortu no es una organización política de vanguardia y menos aún una organización dirigista”? ¿Por su experiencia en la Diputación guipuzcoana?
-No responde directamente a esa experiencia, pero también cabría establecer una conexión. Se refiere más bien a la forma de actuar que la izquierda abertzale ha tenido muchas veces, una práctica que, sin ser deliberada estos últimos años y por inercias del ciclo anterior o épocas pasadas, se ha terminado por imponer. Un modo de actuar en la que en ocasiones se dejaban traslucir tics dirigistas. En el caso de la Diputación, lo hemos manifestado en ocasiones: no puede haber atajos.
¿En qué sentido?
-Desde la izquierda no podemos entender las instituciones como punta de lanza de transformación, sino más bien como retaguardia. No cabe adelantar proyectos o fases desde lo institucional si no tienen el suficiente respaldo social. La única vía para conseguir avances en la política de residuos o en la que sea no puede ser llevarlas simplemente a la práctica porque, por mucho que hayas ganado las elecciones, pueden no contar, como era el caso, con el apoyo de la mayoría de la sociedad. Primero se han de ganar esas posiciones a nivel social mediante el combate de ideas y la pedagogía. De todos modos, no es nueva esta autocrítica. Creo que nos equivocamos, que nos confundimos, y tratamos de poner el carro delante de los bueyes.
Sortu aclara que la función de unidad popular corresponde a EH Bildu y EH Bai, pero Askatasunaren Bidean llama a crear otra unidad. ¿Esta división resta fuerzas a la izquierda soberanista?
-Creemos que son sectores muy minoritarios, un tanto descontentos con la evolución del proceso político en estos 5-6 años, y que no tienen la fuerza suficiente ni la tendrán para condicionar un proceso de este tipo.
¿Cómo se logra un apoyo mayoritario sin “contentar únicamente a los sectores más radicales e ideologizados” pero sin renunciar a estos por “un pragmatismo mal entendido”?
-Pues con mucho cuidado. Hay que atender al principio de realidad sin planteamientos del todo extemporáneos que apelen a teorías políticas que en su contexto han podido resultar efectivas pero que ahora pueden carecer de toda practicidad. Sortu tiene una especial responsabilidad con este asunto: trata de hacer ver a sus socios de coalición o a algunos de ellos que no se puede desatender completamente a los sectores más combativos de la sociedad porque el proceso de transformación carecería de la fuerza necesaria; y asimismo, y esto interpela más a la izquierda abertzale, tampoco se puede pensar en un proceso mayoritario si se plantea atendiendo solo a las demandas del momento de esos sectores más combativos.
Vista la tradición de la izquierda abertzale, ¿el mayor desafío de la ponencia es justo su aplicación?
-Sí, probablemente, y quizá más en relación al modelo organizativo, aunque no solo. Será un cierto proceso de ir viendo qué desarrollos organizativos previstos resultan efectivos y cuáles no. Ha de ser un proceso muy dinámico, de adaptación, con los ajustes que nos permitan avanzar al modelo. Será necesaria mucha pedagogía. Tenemos que ser capaces de hacer ver a unos y a otros que, como decía Aristóteles, la virtud reside en el equilibrio. La garantía de éxito del proceso soberanista y de transformación social residirá en ser capaces de guardar ese equilibrio, con las contradicciones que se generarán.
En la ponencia hablan del marxismo “como uno de los principales métodos de análisis de la realidad social, eso sí, adecuándolo a las condiciones de Euskal Herria porque lo que Sortu persigue es la construcción del socialismo, no la fidelidad al dogma”. ¿Es la matización que hizo el PSOE en 1979?
-En ningún caso. El PSOE renunció al marxismo como método de análisis. En la izquierda abertzale hay sectores, que aunque minoritarios, han venido imponiendo una serie de lecturas históricas dogmáticas y por eso ese matiz: el marxismo seguirá siendo el principal método de análisis aunque no el único, y no será a costa de una lectura irreflexiva o dogmática, sino adaptada a la realidad del siglo XXI y a esta parte de Europa occidental. La izquierda abertzale nunca ha sido un movimiento dogmático, siempre ha sido capaz de beber de fuentes de izquierda revolucionarias muy diversas y hacer una adaptación a la realidad de Euskal Herria.
Resolución en la que el PSOE asumió el marxismo “como instrumento teórico, crítico y no dogmático para el análisis y transformación de la realidad social, recogiendo las distintas aportaciones que han contribuido a hacer del socialismo la gran alternativa emancipadora”. ¿De verdad que no se parecen?
-(Ríe) No, no… Lo que se demostró fue que era la condición que puso Felipe González para encabezar el PSOE. Ya hemos conocido a lo que condujo no tanto ese párrafo sino la práctica diaria del partido.
¿Qué diferencia hay entre los talleres de Sortu y los círculos de Podemos que buscan debatir sobre problemáticas concretas tratando de atraer a expertos e interesados?
-No conozco exactamente los círculos, pero sería algo parecido. No por atraer la participación de expertos, que también, sino por ser dinámicas espacios de encuentro y reflexión de personas de ámbitos sectoriales. Pretenden dar salida a muchas cuestiones: sobre la realidad sociolingüística o sobre la mujer y, en otras, talleres inmediatos para diseñar una dinámica activista propia. Serán espacios abiertos muy maleables para abordar reflexiones estratégicas o con objetivos más prosaicos como una campaña comunicativa.
¿Cuál es la “nueva épica” a la que apelan para atraer a los jóvenes?
-Tenemos el gran reto de empezar a construir una identidad-proyecto en la que el elemento central de vinculación sea construir esa república, no tanto combatir el estado de cosas actual, aunque será necesario seguir denunciándolo. Debemos ser capaces de hacer algo muy similar a Catalunya, donde son capaces de construir esa épica de gran potencial para atraer a los sectores más jóvenes, combativos y concienciados. En esto, me gustaría hacer un apunte. Durante estos años, una de las razones de que haya habido sectores un tanto desencantados con el accionar de la izquierda abertzale es que quizá como consecuencia de ese secuencialismo se ha terminado relegando un poco la confrontación bajo la idea de que podía recordar en exceso al ciclo anterior...
¿Y ahora?
-La nueva estrategia no es una apuesta por la ausencia de confrontación, sino todo lo contrario: busca multiplicarla, si bien pacífica y democrática. Como demuestra Catalunya, sin confrontación difícilmente desarrollaremos un proceso que recupere los derechos nacionales, sociales y económicos de este pueblo. Parte del problema, que ha motivado el desencanto de sectores juveniles históricamente adscritos a la izquierda abertzale, tiene mucho que ver con la ausencia de un planteamiento nítido al poner en pie la nueva apuesta política que activara una confrontación como pueblo, no desarrollada por cuatro, hablando mal y pronto, sino por 400.000.
¿Estamos ante una fase de confrontación?
-No es que la deseemos -ninguna sociedad la desea, ni Catalunya-, pero en la medida en que tus demandas de soberanía y de respeto de derechos chocan con la cerrazón de Madrid, esta sociedad tendrá que decidir si sigue sometida a una política de ninguneo o hará valer su voluntad mayoritaria, aunque esto suponga confrontar institucional y socialmente.
Recientemente el Gobierno colombiano y las FARC firmaron un Acuerdo de Paz tras más de cuatro años de negociaciones. El Gobierno español saludó y aplaudió el acuerdo, pero en Euskal Herria hace tiempo que rechazó la vía del diálogo para poner fin al conflicto armado y a sus consecuencias. ¿Cuál es el camino para la salida de los presos y las presas de las cárceles y la vuelta de los exiliados y exiliadas si la llave de las prisiones la tiene el Estado y ni siquiera está dispuesto a hablar?
La Izquierda Abertzale (IA) cuando realiza el cambio estratégico, se marca como objetivo prioritario resolver todas las situaciones relacionadas con las consecuencias del conflicto armado. Siguiendo la práctica de lo que nos dice la teoría y los expertos/as en resolución de conflictos, la IA comenzó a trabajar en escenarios que nos posibilitasen lo que se denomina “desescalar el conflicto”. Es decir, buscar soluciones prácticas y no humillantes a las diversas situaciones que se han ido produciendo en la dinámica de enfrentamiento. Dentro de este contexto, nuestra prioridad se centraba en gestionar cuanto antes las dificultades que impedían que presas/os, exiliadas/os y deportadas/os estuviesen cuanto antes en casa.
A pesar que había ciertos acuerdos previos con el Gobierno español para actuar y resolver la problemática de estos espacios cuando se dieran las condiciones oportunas (se dan con la Conferencia de Aiete), lo cierto es que el Estado español, representado en su Gobierno, bloqueó el proceso, y esta posición fue secundada por el Gobierno francés.
Ante esta situación la IA se ha visto en la necesidad de reformular su estrategia con respecto a la resolución de las consecuencias del conflicto dándole la vuelta al diseño de su desarrollo. Si antes la idea era sacar a las/os presas/os cuanto antes para que alimentasen el proyecto independentista, las circunstancias nos han llevado a tener que entender que hay que fortalecer el proyecto independentista para que las presas/os y las exiliadas/os estén cuanto antes entre nosotras y nosotros.
Esta nueva estrategia sigue estando fundamentada en la necesidad de la unilateralidad. Entendiendo los pasos de la unilateralidad como un proceso dirigido a la acumulación de fuerza social. Lo que hagamos lo tenemos que hacer con esa lógica. Es cierto que no tenemos las llaves de las celdas, abramos entonces las ventanas. En esta metáfora, las ventanas significan la fuerza social. ¿Cuáles son los movimientos que la Izquierda Abertzale debe realizar para articular fuerza social? La respuesta a esta pregunta estaría directamente ligada a la respuesta de la pregunta que me hacéis. Y son respuestas que nos deben implicar a todas y todos.
– Algunos dirigentes políticos señalan que la posibilidad de cambiar la situación de las cárceles (la liberación de los presos y presas gravemente enfermos y enfermas o el fin de la dispersión) está en manos de los propios presos y presas, que sería suficiente con acudir a los tribunales. En ese sentido, el propio Gobierno Vasco envió cartas a las prisiones invitando a los presos y presas que hagan uso individual de las vías judiciales para salir de las cárceles o mejorar su situación en prisión. El Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK) hizo uso de las vías legales y pidió en la Audiencia Nacional el acercamiento a las cárceles de Euskal Herria, pero las peticiones fueron rechazadas y la política de dispersión sigue vigente. ¿Cómo se entiende todo esto?
Creo que la clave de lo que está sucediendo se encuentra en que las partes intentan tomar posiciones ventajosas para afrontar esta nueva etapa que ha propiciado la Izquierda Abertzale con su movimiento estratégico. Por un lado, el Estado no quiere dar ningún paso que suponga ningún respiro para la IA, ya que interpreta que cada uno de estos pasos aceleran el proceso de independencia y, por tanto, el proceso de ruptura de su unidad territorial.
Por otro lado, el PNV temeroso de perder su hegemonía en las Vascongadas, realiza unas exigencias que son imposibles de aceptar tanto por la IA, como por el Colectivo de Presos Políticos Vascos. En este contexto se sitúa la carta y las recomendaciones que se envían a las presas/os desde la Secretaria General para la Paz y la Convivencia del Gobierno Vasco.
Nos encontramos, pues, con tres posiciones que marcan una dialéctica: el Estado, bloqueando el proceso de resolución de las consecuencias del conflicto; el PNV, adoptando una posición cómoda y no comprometida con las soluciones, esperando desgastarnos para ir reduciendo el apoyo social que se logró en las primeras elecciones del nuevo ciclo; la Izquierda Abertzale, buscando soluciones para resituarse en este escenario activando sus recursos analíticos y organizativos (Abian, refundación de Sortu), pero sobre todo intentando no perder la lógica de la globalidad: la lucha por la independencia y el socialismo continua, esta fase tiene sus propias características objetivas y subjetivas, pero sigue siendo parte de un todo. El Estado ha entendido bien que la lucha continua. A nosotros nos está costando más interiorizarlo, pero no tengo dudas que saldremos adelante. Ya lo estamos haciendo.
– El Colectivo de Presos Políticos Vascos asumió públicamente el daño causado y anunció su decisión de utilizar las vías legales para salir de las cárceles. ¿Cuáles han sido esos pasos legales dados por el EPPK?
Cuando el EPPK hace público la disposición de utilizar la legalidad y admitir el daño causado, se realiza en un contexto muy concreto en el que se ve la necesidad de dar pasos que dejaran claro la disponibilidad de aportación del Colectivo a la nueva situación. Estos pasos y algunos otros que se iban a dar obedecían a las recomendaciones que el Foro Social había realizado en el sentido de establecer una hoja de ruta que consiguiera desactivar el bloqueo al que el Estado había sometido el proceso, en base a dos cuestiones principales: socializar la necesidad de una solución para las consecuencias del conflicto (presas/os, exiliados/as) en el espacio vasco; establecer movimientos que pudieran ser entendidos por la comunidad internacional para situarla en la lógica a favor de una solución justa y duradera. No debemos olvidar que los agentes internacionales son racionalistas en sentido jurídico y le dan mucha importancia a la legalidad.
No se pudo desarrollar todo el recorrido que se le suponía al documento del Colectivo (diciembre de 2013) debido a la actitud represiva del Gobierno español que arrasó y metió en prisión a quienes se movían en el espacio organizativo y de solidaridad de las represaliadas/os. Después de tres años de nuevo aparece en escena el Foro Social y de nuevo el EPPK va a reflexionar sobre las aportaciones que pueda realizar para ir consolidando el proceso independentista, y con ello buscar vías de ruptura a la situación de bloqueo. La lucha continua.
– Cuando se cumplen cinco años del cese definitivo de la lucha armada de ETA, la política de dispersión sigue vigente, los presos y presas que padecen graves enfermedades continúan en prisión y, aunque la mayoría social de este país aboga por dar una solución al tema de los presos y presas, se percibe una desmovilización social. ¿Qué error ha cometido la Izquierda Abertzale en este sentido?
Como decía una de las anteriores preguntas, la llave de los presos la tiene el Gobierno. Un Gobierno a la turca en este aspecto. Por ello, no se le puede achacar responsabilidad a la Izquierda Abertzale de lo que no quiere hacer el Gobierno, o el Estado, porque el tema de presos es razón de Estado.
A la IA se le puede responsabilizar de dos cuestiones: una, que después de los golpes represivos de 2013 le ha costado mucho reaccionar y establecerse en las coordenadas que exige el momento; dos, no ha sabido establecer una dinámica política que lograra conectar en este aspecto con la sociedad vasca y romper su apatía. La primera cuestión es un fallo de organización. La segunda, es un fallo de toda la militancia.
Decía antes que esta fase es un continuun del todo. Tener sentido del fin es muy importante porque da perspectiva y nos indica por donde tenemos que ir. En estos momentos es imprescindible que toda la Izquierda Abertzale se ponga el buzo de faena y nos pongamos a trabajar en el espacio social. La militancia de la Izquierda Abertzale sabemos movernos muy bien en unos espacios de lucha y nos cuesta mucho entender otros. Sabemos muy bien aguantar el sufrimiento, hacer huelgas de hambre, encerronas, movilizaciones y activismo diverso, pero nos cuesta establecer contacto e interaccionar con el resto de la sociedad.
En estos momentos eso es lucha revolucionaria, para desbloquear el proceso y sacar del espacio de confort a los partidos vascos, debemos organizar una masa social que cada vez más vaya incidiendo en la necesidad de una solución justa y duradera. Que cada vez más vaya pidiendo que se cree el marco adecuado para el fin de un ciclo.
– Hace un par de años nace Amnistiaren Aldeko eta Errepresioaren Aurkako Mugimendua (ATA), formado por exmilitantes de la Izquierda Abertzale y expresos que no están de acuerdo con la nueva estrategia, con la estrategia que aboga por el uso exclusivo de las vías políticas y pacíficas. Su reivindicación principal es la amnistía total, pero con el tiempo sus intervenciones políticas han ido más allá: acusan a Sortu de utilizar a los presos en base a intereses partidistas; dicen que el debate es imposible dentro del colectivo EPPK; califican a Arnaldo Otegi de traidor; realizan campañas contra EH Bildu pidiendo la abstención; incluso han tenido algún enfrentamiento con ETA a través de comunicados publicados en varios medios de comunicación. ¿Qué opinión te merece el nacimiento de este movimiento disidente y su evolución?
Para mí es una pena que hayan producido una escisión en la Izquierda Abertzale porque es algo que queríamos evitar, y también es algo que el Estado deseaba. En este sentido creo que se ha fracasado y el Estado se siente satisfecho. Pero una vez dicho esto, no voy a entrar en confrontaciones ni en ataques personales. Sí, ya sé que nos llaman reformistas y a Arnaldo Otegi algo más grave. Pero contra eso no podemos hacer nada, que la gente juzgue y que decida con quien está.
La situación que estamos viviendo en este aspecto me recuerda a la posición que siempre han mantenido grupos de izquierda revolucionarios a nivel estatal. Criticando siempre a la Izquierda Abertzale, y acusándola de burguesa y reformista. Pero estos grupos, en su búsqueda de la “pureza”, han ido separándose del Pueblo y podrán tener toda la razón teórica del mundo, pero sólo pueden predicarla entre los pocos que han quedado. Entender los ciclos de lucha y sus particularidades es tan importante como entender la teoría, es más, la segunda no se podría entender sin la primera. Una lectura rígida y abstracta de la teoría nos podría llevar a querer tener razón antes de tiempo, y llevar razón antes de tiempo es otra manera de equivocarse.
Es claro que su proyecto no es el nuestro y viceversa. La parte buena es que cada vez hay más clarificación de los espacios políticos y esto ayudará a acabar con la confusión.
– Todo indica que no habrá negociación alguna entre el Gobierno español y ETA, al menos no del tipo de negociaciones que hemos conocido durante el último medio siglo. Sin una negociación entre el Estado y ETA, ¿es posible la amnistía?
De una manera u otra se está intentando incidir sobre una cuestión que no tiene contenido real. Puedo estar de acuerdo con la lectura que se hace de lo que pudiera ser una amnistía al uso. Es decir, que desaparezcan las causas y las consecuencias por las que se generó un conflicto. Pero en nuestro caso, la amnistía en este sentido sólo se conseguirá cuando Euskal Herria alcance la independencia. Me reafirmo en esto, para nosotros la amnistía es la independencia. Pero hasta que llegue ese momento que se prevé largo, no podemos tener a las presas y presos encerrados en sus celdas. Sobre todo ahora que el enfrentamiento armado ha finalizado. Los necesitamos cuanto antes con nosotros, con sus familias y en la calle aportando políticamente.
La Izquierda Abertzale y el EPPK haciendo uso de su responsabilidad en este espacio, entiende que lo que se necesita para afrontar esta coyuntura es una fórmula de amnistía dinámica. La IA entiende que hay que comenzar a traer a casa a las presas y presos enfermos; acabar con la dispersión; excarcelar a quienes tiene una edad avanzada; excarcelar quienes llevan muchos años de condena… A esto le llamamos una amnistía dinámica, que deberá cerrar el ciclo el día que consigamos la independencia, que será el día en el que desaparecerán las causas por las que se generó este conflicto histórico.
Desde que comenzó el ciclo negociador entre ETA y el Estado, es decir, desde Argel, todas y todos sabíamos que la solución a la problemática de las presas/os y exiliadas/os no vendría a través de una amnistía, sino a través de otro tipo de medidas consensuadas que posibilitasen la salida de las cárceles y la vuelta a casa de los refugiados.
En un hipotético entendimiento entre las partes, el Estado siempre ha contemplado enviar a terceros países a quienes tuvieran delitos de sangre. Y esto era siempre bien visto por nosotros. Esta solución no era la amnistía pero nos valía. Vuelvo a decirlo, para Euskal Herria la independencia será la amnistía, o al contrario. Mientras tanto hay que buscar fórmulas efectivas para vaciar las cárceles y que vuelvan las refugiadas/os. Y cuando hablamos de fórmulas efectivas tenemos muy en cuenta no pisar las dos líneas rojas que ha establecido el EPPK: no arrepentimiento, no delación.
– Para finalizar la entrevista, una última pregunta. Después de pasar 20, 25 o 30 años encarcelados, recuperáis la libertad y seguís trabajando (en Harrera, Sortu…). En Zornotza tenemos varios ejemplos de ese compromiso. ¿De dónde sale esa fuerza para seguir luchando y aportando?
La fuerza surge del compromiso. Del compromiso con los compañeros y compañeras que están presas/os, exiliadas/os, deportadas/os. Del compromiso con una Euskal Herria y una lucha que llevamos en el corazón y que sabemos que continua. Del compromiso con las/os que entregaron todo. Del compromiso con una idea de justicia y socialismo. Es el compromiso militante lo que te da fuerzas para afrontar el futuro.
Entrevista realizada en Diario Vasco
Remero de San Pedro en sus años mozos, Arkaitz Rodríguez (San Sebastián, 1979) quiere llevar la trainera de Sortu a aguas tranquilas. Este dirigente emergente de la izquierda abertzale y la otra portavoz provisional de la formación, Maite Sabalza, deben abordar nada menos que una refundación política y organizativa que supere las dudas internas de los últimos tiempos. Para ello, cuentan con una tripulación de quince personas, entre ellas el propio Arnaldo Otegi, en un proceso cuya primera fase arrancará en octubre y culminará en enero con una nueva dirección.
-¿Por qué hay que refundar un partido con tres años y medio de vida?
-Para responder al reto de articular un proceso independentista, en línea con las conclusiones del proceso previo de reflexión Abian. Ello exige toda una revolución organizativa, de cultura política y de mentalidad.
-Van a actualizar ponencias y discursos y poner caras nuevas en la dirección. ¿Se había convertido la izquierda abertzale en algo viejo?
-Ha sido la propia dirección saliente quien, a la luz del calado del proceso de refundación, decide ceder el liderazgo a un equipo totalmente renovado, al entender que esa renovación es la mayor garantía de credibilidad. Los últimos años no han sido fáciles. Hay que reconocer a la dirección saliente el haber hecho irreversible la apuesta estratégica por vías exclusivamente políticas, pacíficas y democráticas, pero ello ha generado un desgaste importante y ha habido que apagar ciertos fuegos, como decía Hasier Arraiz.
-¿Entre esos fuegos está el haber primado la actuación institucional sobre la movilización en la calle o en favor de los presos?
-Paradójicamente, el enorme éxito electoral de 2011, que se tradujo en un gran poder institucional a gestionar, hizo que la mayor parte de los activos se invirtieran en esa tarea y descuidáramos la calle, las luchas sociales y otras tareas. Además la acción institucional se ve muy limitada por el neoliberalismo económico imperante y la clave para ampliar ese margen son los movimientos populares. Y en los últimos años no acertamos a adaptar nuestra praxis a lo que era una crisis económica brutal.
-Ustedes mismos han hablado también de falta de democracia interna.
-La izquierda abertzale viene de afrontar una década de ilegalización. El propio modelo organizativo de Sortu y nuestra cultura política han seguido muy vinculados a los de esa anterior fase de resistencia. Y las inercias culturales y organizativas, a diferencia de las estructuras, no se cambian de la noche a la mañana.
-¿Cuál es la apuesta política estratégica? ¿La independencia con un perfil más social para evitar que Podemos les siga quitando los votos?
-Hay que dotar a la oferta independentista de un profundo contenido social que permita ampliar la base incorporando a amplias capas populares y a los principales agentes políticos, sociales, sindicales y culturales del país. Creemos que no solo hay que refundar la izquierda abertzale o Sortu, sino la propia oferta independentista. Formular un independentismo no vinculado en exclusiva a una identidad nacional como la vasca, sino de corte social y económico y capaz de agrupar en su seno a diferentes identidades nacionales. En Cataluña hay independentistas que identitariamente se consideran españoles pero que entienden que con este Estado español lo mejor es dotarse de un Estado propio.
-Sin embargo, las últimas encuestas han detectado una bajada del apoyo social al independentismo y en Euskadi no se percibe la efervescencia de Cataluña.
-Las encuestas son fotos coyunturales. Hace apenas seis años, el independentismo declarado en Cataluña no pasaba del 19% y ahora está en el 54%. El caso catalán y escocés ponen además de manifiesto que en el momento en el que el independentismo tiene ocasión de confrontar sus propuestas, el apoyo popular ha ido 'in crescendo'. En Euskal Herria, a pesar de las apariencias, hay condiciones para ese cambio político.
-(...)
-Nosotros no nos engañamos. A día de hoy no hay una mayoría social independentista en este país y no podemos ponerla en marcha mañana. Pero hay condiciones muy importantes para construir esa mayoría en un tiempo relativamente corto, como en Cataluña. El Estado español no se va a democratizar y si este pueblo sigue vinculado al Estado español no va a tener futuro en lo político, lo económico, lo social, lo cultural ni lo intelectual. Una vez se constate eso, esa mayoría social va a girar hacia posiciones independentistas. Y por mucho que los últimos resultados electorales hayan sido malos para el independentismo, tienen una virtud: que reflejan que hay una mayoría a favor de un cambio político profundo, y en la medida en que ese cambio no es posible en el Estado, queremos hacer ver que aquí sí hay relación de fuerzas para ello.
-¿Si el proceso independentista de Cataluña encalla en septiembre, quedará neutralizada esta apuesta de Sortu y la coalición EH Bildu?
-Es innegable que puede tener su efecto, como pudo tenerlo que en Escocia se impusiera el 'no' hace dos años. Pero en los próximos meses y años van a correr nuevos vientos independentistas. Después del 'Brexit', en Escocia habrá un nuevo referéndum en el que va a ganar el 'sí'. Y en Irlanda del Norte habrá un referéndum sobre la reunificación del conjunto de la isla. Y no tengo tan claro que el proceso catalán vaya a encallar, porque la sociedad catalana es madura y ha concluido que mientras siga vinculada al Estado español estará lastrada. Lo dice hasta la burguesía catalana.
-Esta semana el lehendakari Urkullu ha apostado por la «soberanía pragmática» frente a la independencia absoluta.
-Urkullu se refería a la soberanía compartida, pero le diría que no se puede compartir aquello que no se tiene. Y no se puede confundir pragmatismo con sumisión a Madrid, que es la actitud de la dirección del PNV.
-Usted se reunió hace poco con el PNV. ¿Qué impresión sacó? ¿Sin ellos es viable un proceso así?
-El tiempo ha demostrado que el Estado español no es democratizable ni va a reconocer el derecho a decidir, incluso aunque haya un Gobierno PSOE-Podemos. En la medida en que se visualice esto, tomará mayor fuerza la necesidad de un proceso constituyente. Y en ese momento no va a haber terceras vías o vías intermedias, y el PNV tendrá que decidir. Nuestra apuesta es convencer a una amplia mayoría de la sociedad vasca de esa conclusión, no convencer a la dirección del PNV. El proceso independentista se puede hacer sin la dirección del PNV pero no sin una mayoría popular.
-¿Más allá de las peticiones al Estado, van a reclamar a ETA nuevos pasos unilaterales para el desarme y a los presos que avancen en medidas autocríticas?
-Sortu tiene el firme compromiso de concluir lo que empezamos hace siete años: cerrar definitivamente el ciclo anterior y abrir el nuevo. El debate no es por qué la izquierda abertzale no pide tal o cual cosa a los presos, sino por qué el Gobierno español sigue aplicándoles una legislación de excepción que impide su libertad. O por qué Rajoy respalda una solución negociada al conflicto en Colombia (libertad de los presos incluida) mientras aquí sigue haciendo lo indecible por impedir un proceso de soluciones.
-¿La no resolución de la cuestión de los presos y el desarme lastra un proceso independentista?
-La izquierda abertzale es bien consciente de que la solución a esta cuestión no va a venir de un acuerdo con los enemigos de la paz, sino de la mano de la acumulación de fuerzas, la movilización popular y el avance de un proceso soberanista. Y los presos tienen voluntad de contribuir.
-Persiste un pequeño sector crítico, principalmente de expresos, agrupado en ATA. ¿Hay posibilidad de integrarles en este proceso de refundación?
-Son sectores muy minoritarios que se han situado fuera de la izquierda abertzale por voluntad propia. A partir de ahí, no tendríamos inconveniente en que pudieran participar. Tienen las puertas abiertas.
-Usted suena como uno de los principales líderes de la nueva ejecutiva de Sortu. ¿Va a postularse?
-No es algo en lo que haya pensado todavía, aunque estoy a disposición de lo que determinen las bases. El equipo que ha tomado el relevo no es la dirección definitiva, sino una de transición con un mandato tasado en el tiempo.
-Ha llamado la atención la salida de dirigentes históricos como Barrena, Etxeberria, Permach o Petrikorena. ¿Alguno continuará en la futura ejecutiva?
-Lo decidirá la militancia en las primarias. Sí me consta su voluntad de estar a disposición de este proyecto, del que no se han desvinculado.
-¿Qué papel debe jugar Sortu en la coalición EH Bildu?
-EH Bildu ha de constituir el instrumento organizativo fundamental del soberanismo vasco, huyendo de todo esquema dirigista. Y Sortu debe huir de toda tentación uniformizadora, en la medida en que dicha pluralidad es clave para construir una amplia mayoría social soberanista y de izquierdas. Por mucho que desde determinados ámbitos se trate de presentar a Sortu y a EH Bildu como la misma cosa, Sortu es una organización política independentista y anticapitalista, y EH Bildu, una alianza político-institucional que aglutina partidos y sectores independientes que van desde el anticapitalismo hasta la socialdemocracia, y desde el autodeterminismo hasta el independentismo.
-¿Un mal resultado de EH Bildu en las autonómicas puede afectar a la refundación y abrir una crisis?
-Sí afectaría. No es lo mismo abordarla con buenos resultados que con malos, aunque vamos a lograr un buen resultado.