Entrevista realizada en Diario Vasco
Remero de San Pedro en sus años mozos, Arkaitz Rodríguez (San Sebastián, 1979) quiere llevar la trainera de Sortu a aguas tranquilas. Este dirigente emergente de la izquierda abertzale y la otra portavoz provisional de la formación, Maite Sabalza, deben abordar nada menos que una refundación política y organizativa que supere las dudas internas de los últimos tiempos. Para ello, cuentan con una tripulación de quince personas, entre ellas el propio Arnaldo Otegi, en un proceso cuya primera fase arrancará en octubre y culminará en enero con una nueva dirección.
-¿Por qué hay que refundar un partido con tres años y medio de vida?
-Para responder al reto de articular un proceso independentista, en línea con las conclusiones del proceso previo de reflexión Abian. Ello exige toda una revolución organizativa, de cultura política y de mentalidad.
-Van a actualizar ponencias y discursos y poner caras nuevas en la dirección. ¿Se había convertido la izquierda abertzale en algo viejo?
-Ha sido la propia dirección saliente quien, a la luz del calado del proceso de refundación, decide ceder el liderazgo a un equipo totalmente renovado, al entender que esa renovación es la mayor garantía de credibilidad. Los últimos años no han sido fáciles. Hay que reconocer a la dirección saliente el haber hecho irreversible la apuesta estratégica por vías exclusivamente políticas, pacíficas y democráticas, pero ello ha generado un desgaste importante y ha habido que apagar ciertos fuegos, como decía Hasier Arraiz.
-¿Entre esos fuegos está el haber primado la actuación institucional sobre la movilización en la calle o en favor de los presos?
-Paradójicamente, el enorme éxito electoral de 2011, que se tradujo en un gran poder institucional a gestionar, hizo que la mayor parte de los activos se invirtieran en esa tarea y descuidáramos la calle, las luchas sociales y otras tareas. Además la acción institucional se ve muy limitada por el neoliberalismo económico imperante y la clave para ampliar ese margen son los movimientos populares. Y en los últimos años no acertamos a adaptar nuestra praxis a lo que era una crisis económica brutal.
-Ustedes mismos han hablado también de falta de democracia interna.
-La izquierda abertzale viene de afrontar una década de ilegalización. El propio modelo organizativo de Sortu y nuestra cultura política han seguido muy vinculados a los de esa anterior fase de resistencia. Y las inercias culturales y organizativas, a diferencia de las estructuras, no se cambian de la noche a la mañana.
-¿Cuál es la apuesta política estratégica? ¿La independencia con un perfil más social para evitar que Podemos les siga quitando los votos?
-Hay que dotar a la oferta independentista de un profundo contenido social que permita ampliar la base incorporando a amplias capas populares y a los principales agentes políticos, sociales, sindicales y culturales del país. Creemos que no solo hay que refundar la izquierda abertzale o Sortu, sino la propia oferta independentista. Formular un independentismo no vinculado en exclusiva a una identidad nacional como la vasca, sino de corte social y económico y capaz de agrupar en su seno a diferentes identidades nacionales. En Cataluña hay independentistas que identitariamente se consideran españoles pero que entienden que con este Estado español lo mejor es dotarse de un Estado propio.
-Sin embargo, las últimas encuestas han detectado una bajada del apoyo social al independentismo y en Euskadi no se percibe la efervescencia de Cataluña.
-Las encuestas son fotos coyunturales. Hace apenas seis años, el independentismo declarado en Cataluña no pasaba del 19% y ahora está en el 54%. El caso catalán y escocés ponen además de manifiesto que en el momento en el que el independentismo tiene ocasión de confrontar sus propuestas, el apoyo popular ha ido 'in crescendo'. En Euskal Herria, a pesar de las apariencias, hay condiciones para ese cambio político.
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-Nosotros no nos engañamos. A día de hoy no hay una mayoría social independentista en este país y no podemos ponerla en marcha mañana. Pero hay condiciones muy importantes para construir esa mayoría en un tiempo relativamente corto, como en Cataluña. El Estado español no se va a democratizar y si este pueblo sigue vinculado al Estado español no va a tener futuro en lo político, lo económico, lo social, lo cultural ni lo intelectual. Una vez se constate eso, esa mayoría social va a girar hacia posiciones independentistas. Y por mucho que los últimos resultados electorales hayan sido malos para el independentismo, tienen una virtud: que reflejan que hay una mayoría a favor de un cambio político profundo, y en la medida en que ese cambio no es posible en el Estado, queremos hacer ver que aquí sí hay relación de fuerzas para ello.
-¿Si el proceso independentista de Cataluña encalla en septiembre, quedará neutralizada esta apuesta de Sortu y la coalición EH Bildu?
-Es innegable que puede tener su efecto, como pudo tenerlo que en Escocia se impusiera el 'no' hace dos años. Pero en los próximos meses y años van a correr nuevos vientos independentistas. Después del 'Brexit', en Escocia habrá un nuevo referéndum en el que va a ganar el 'sí'. Y en Irlanda del Norte habrá un referéndum sobre la reunificación del conjunto de la isla. Y no tengo tan claro que el proceso catalán vaya a encallar, porque la sociedad catalana es madura y ha concluido que mientras siga vinculada al Estado español estará lastrada. Lo dice hasta la burguesía catalana.
-Esta semana el lehendakari Urkullu ha apostado por la «soberanía pragmática» frente a la independencia absoluta.
-Urkullu se refería a la soberanía compartida, pero le diría que no se puede compartir aquello que no se tiene. Y no se puede confundir pragmatismo con sumisión a Madrid, que es la actitud de la dirección del PNV.
-Usted se reunió hace poco con el PNV. ¿Qué impresión sacó? ¿Sin ellos es viable un proceso así?
-El tiempo ha demostrado que el Estado español no es democratizable ni va a reconocer el derecho a decidir, incluso aunque haya un Gobierno PSOE-Podemos. En la medida en que se visualice esto, tomará mayor fuerza la necesidad de un proceso constituyente. Y en ese momento no va a haber terceras vías o vías intermedias, y el PNV tendrá que decidir. Nuestra apuesta es convencer a una amplia mayoría de la sociedad vasca de esa conclusión, no convencer a la dirección del PNV. El proceso independentista se puede hacer sin la dirección del PNV pero no sin una mayoría popular.
-¿Más allá de las peticiones al Estado, van a reclamar a ETA nuevos pasos unilaterales para el desarme y a los presos que avancen en medidas autocríticas?
-Sortu tiene el firme compromiso de concluir lo que empezamos hace siete años: cerrar definitivamente el ciclo anterior y abrir el nuevo. El debate no es por qué la izquierda abertzale no pide tal o cual cosa a los presos, sino por qué el Gobierno español sigue aplicándoles una legislación de excepción que impide su libertad. O por qué Rajoy respalda una solución negociada al conflicto en Colombia (libertad de los presos incluida) mientras aquí sigue haciendo lo indecible por impedir un proceso de soluciones.
-¿La no resolución de la cuestión de los presos y el desarme lastra un proceso independentista?
-La izquierda abertzale es bien consciente de que la solución a esta cuestión no va a venir de un acuerdo con los enemigos de la paz, sino de la mano de la acumulación de fuerzas, la movilización popular y el avance de un proceso soberanista. Y los presos tienen voluntad de contribuir.
-Persiste un pequeño sector crítico, principalmente de expresos, agrupado en ATA. ¿Hay posibilidad de integrarles en este proceso de refundación?
-Son sectores muy minoritarios que se han situado fuera de la izquierda abertzale por voluntad propia. A partir de ahí, no tendríamos inconveniente en que pudieran participar. Tienen las puertas abiertas.
-Usted suena como uno de los principales líderes de la nueva ejecutiva de Sortu. ¿Va a postularse?
-No es algo en lo que haya pensado todavía, aunque estoy a disposición de lo que determinen las bases. El equipo que ha tomado el relevo no es la dirección definitiva, sino una de transición con un mandato tasado en el tiempo.
-Ha llamado la atención la salida de dirigentes históricos como Barrena, Etxeberria, Permach o Petrikorena. ¿Alguno continuará en la futura ejecutiva?
-Lo decidirá la militancia en las primarias. Sí me consta su voluntad de estar a disposición de este proyecto, del que no se han desvinculado.
-¿Qué papel debe jugar Sortu en la coalición EH Bildu?
-EH Bildu ha de constituir el instrumento organizativo fundamental del soberanismo vasco, huyendo de todo esquema dirigista. Y Sortu debe huir de toda tentación uniformizadora, en la medida en que dicha pluralidad es clave para construir una amplia mayoría social soberanista y de izquierdas. Por mucho que desde determinados ámbitos se trate de presentar a Sortu y a EH Bildu como la misma cosa, Sortu es una organización política independentista y anticapitalista, y EH Bildu, una alianza político-institucional que aglutina partidos y sectores independientes que van desde el anticapitalismo hasta la socialdemocracia, y desde el autodeterminismo hasta el independentismo.
-¿Un mal resultado de EH Bildu en las autonómicas puede afectar a la refundación y abrir una crisis?
-Sí afectaría. No es lo mismo abordarla con buenos resultados que con malos, aunque vamos a lograr un buen resultado.