El Grupo Internacional de Contacto ha hecho público un informe en el que recoge diferentes consideraciones y propuestas tras su visita del pasado mes de septiembre.

Sortu considera que el informe presentado representa una referencia a tener en cuenta en la labor de consolidación del proceso de resolución.

1. En relación a los avances conseguidos en los últimos años es necesario subrayar que todas las iniciativas en clave positiva para posibilitar un cambio sustantivo de la realidad política del país han venido únicamente de la mano de la sociedad civil vasca, la comunidad internacional y muy significativamente de la organización ETA por medio de su decisión de dar por terminada su actividad armada en octubre de 2011 y posteriormente iniciar un proceso de desarme unilateral. La Izquierda Abertzale situó los parámetros para este gran cambio en su debate estratégico de hace ya siete años al apostar inequívocamente por las vías políticas, pacíficas y democráticas; así, se puede afirmar con rotundidad que es la Izquierda Abertzale quien en gran medida y aunque no en solitario, ha abierto un tiempo político nuevo en este país para la paz y la resolución del conflicto político vasco.

2. Coincidiendo con el informe presentado, Sortu extrae la conclusión de que los obstáculos para la paz y el proceso de resolución siguen estando en Madrid y sus partidos sucursalistas en Euskal Herria. Madrid y dichos partidos siguen negando en redondo diálogo alguno, ninguno en absoluto; es constatable que a fecha de hoy no existe un diálogo multipartito para la paz. Y a nuestro juicio esto ocurre porque el PP y el PSOE saben que son perdedores en un contexto de diálogo y/o confrontación democrática. La minorización política y electoral que ambos partidos están sufriendo en los últimos tiempos o el descabezamiento de Arantza Quiroga ante el tímido intento de búsqueda de una posición razonable para el PP de la CAPV en materia de proceso de paz atestiguan esta situación.

3. El informe hace referencia a que el diálogo entre Sortu y PNV lleva meses bloqueado por no alcanzar acuerdos en temas fundamentales. Siendo esto objetivamente cierto, es necesario añadir que no estamos ante problemas de redacción; esta circunstancia se debe a la obsesión permanente del PNV y la Dirección de Paz y Convivencia del Gobierno de Gasteiz por hacer tragar a la Izquierda Abertzale con una versión del relato sobre el pasado que no es la nuestra y que jamás podremos compartir. Hemos asistido a un intento constante por parte de esos dos actores entre otros de imponernos premisas sine qua non para la puesta en marcha de dinámicas de diálogo en diferentes instancias. Intentar imponer un relato unívoco, una visión única del pasado es un esfuerzo baldío para cualquiera que pretenda hacerlo. Si en el pasado no hubo acuerdo entre nosotros carece de todo sentido pretender que ahora tengamos una lectura única sobre lo ocurrido; y es totalmente contrario a lo que aconsejan los estándares internacionales en resolución de conflictos en cualquier parte del mundo, el más reciente el acuerdo de paz en Colombia. La aceptación de la existencia de relatos diferenciados y la
superación de la tentación mutua de imponer valoraciones partidistas es fundamental para poder habilitar espacios de diálogo. Esto es algo que debiera ser asumido como principio; el propio consejo de expertos que asesora a Lakua se ha manifestado en ese sentido y Sortu aboga por su toma en consideración como principio en la relación política con el PNV y con cualquier otro agente político.

4. Dicho esto, la Izquierda Abertzale ha reconocido en reiteradas ocasiones el dolor y el sufrimiento que las diversas manifestaciones de violencia han producido en Euskal Herria; la generada por la actividad armada de ETA como por las políticas represivas y de guerra sucia del España y Francia.
Esa es nuestra posición; y de esta manera, sería deseable por parte del resto de partidos políticos vascos que hicieran su propia autocrítica a la hora de abordar el reconocimiento de las víctimas de manera universal. Eso a fecha de hoy no es así; tan solo la Izquierda Abertzale defiende esa posición de reconocimiento de todas las víctimas de la violencia.

5. Sortu considera que en este momento la mayor parte de nuestro esfuerzo debe dedicarse a tratar de avanzar hacia un acuerdo resolutivo en clave de futuro; que aborde soluciones inmediatas a las consecuencias del conflicto en términos de cambio radical de política penitenciaria, reconocimiento a todas las víctimas sin excepciones y que ofrezca un marco de cobertura social, política e institucional al necesario desarme efectivo de ETA. Esto también exige sentar las bases de la futura formulación política consensuada que permita a la sociedad vasca decidir libremente su futuro. Pero para todo ello, es necesario que el diálogo se ponga en marcha y se abra paso; un diálogo entre las fuerzas políticas, las instituciones del país y también los distintos actores de la sociedad civil vasca. En cualquier caso, ese diálogo jamás llegará a ser realidad si nos dedicamos a imponernos unos a otros precondiciones y premisas; el diálogo debe ser sin limitaciones, sin precondiciones ni exigencias de parte.

6. Sortu quiere insistir en la necesidad del diálogo para la resolución; tenemos el reto como sociedad de buscar fórmulas para ese diálogo que Madrid quiere hacer imposible. Los actores sociales, agentes políticos e institucionales pueden coadyuvar a un desarme real, eficaz y ordenado de ETA -si fuera necesario abriendo un espacio de diálogo directo para ello-, seguir presionando para terminar con la política penitenciaria actual o acordar esquemas de reconocimiento y reparación para todas las víctimas.

7. En ese sentido, la disponibilidad de Sortu es total y absoluta. Nuestra voluntad para crear, poner en marcha o retomar foros de diálogo en el ámbito social, político o parlamentario es firme. Volvemos a invocar los contenidos que han inspirado los más recientes acuerdos de paz que en situaciones similares de procesos de resolución han sido implementados en otras jurisdicciones. Y por ello insistimos en que el diálogo no puede ser ni limitado en sus contenidos, ni precondicionado por visiones de parte ni utilizado para imponer una visión única y unívoca del relato.

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