Algunas claves del referéndum del 23 de junio
El 23 de junio se celebrará el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea (Brexin) o su salida de la misma (Brexit). El referéndum fue propuesto por el primer ministro David Cameron en la pasada legislatura, con el propósito de responder al partido euroescéptico UKIP.
Cameron está aplicando de manera férrea las políticas de austeridad, a la vez que incrementa el gasto militar. Su gobierno es el más reaccionario que ha habido en el Reino Unido en medio siglo, y ha puesto en marcha toda una estrategia de recorte de derechos (especialmente de derechos laborales). Al mismo tiempo, el nacionalismo inglés impulsado por el UKIP utiliza un discurso xenófobo populista sobre la migración, con gran incidencia y poniendo a la Unión Europea en el punto de mira.
Ante el fortalecimiento de la oposición conservadora contraria a la Unión Europea y temiendo un crecimiento del UKIP, el Partido Tory propuso la celebración de un referéndum de carácter vinculante, y posteriormente utilizó la amenaza del referéndum para renegociar las condiciones de pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea y conseguir un acuerdo al respecto.
Dicho acuerdo se aplicará en el caso de que no se produzca el Brexit. En base a las condiciones acordadas por David Cameron con la UE, las nociones del mercado único se mantendrían (no todas) y el Reino Unido quedaría excluido de las convenciones sobre política interior y derechos humanos. El acuerdo no supone una salida total de la UE, pero no cabe duda de que reúne todos los elementos de la misma. Por poner un ejemplo, en base al acuerdo Cameron-UE el Reino Unido tendrá derecho a discriminar a las y los trabajadores en función de su nacionalidad, lo cual afectaría incluso a las y los trabajadores de otros estados miembros de la Unión Europea.
Por lo tanto, sin negar la importancia que tendrá el resultado del referéndum (especialmente en Escocia e Irlanda), es preciso tener en cuenta que se trata de un elemento más dentro de la involución social y democrática que se está produciendo en el seno de la sociedad inglesa. Un claro ejemplo de ello es el procedimiento que ha puesto en marcha el Reino Unido para derogar la legislación sobre derechos humanos Human Rights Act independientemente de cuál sea el resultado del referéndum. Además de ello, David Cameron está planteando un "proyecto de ley de sindicatos" totalmente reaccionario. Dicho de manera muy resumida, esa propuesta de ley impondría una terrible fractura social: por una parte, una aristocracia de trabajadoras y trabajadores privilegiados que gozarían de los estándares internacionales; por otra parte, una masa precarizada.
Aunque resulta complicado creerlo, de entre los pocos derechos laborales que aún se mantienen vigentes en el Reino Unido, algunos de ellos tienen su origen en la Unión Europea, y el Brexit erosionaría esos ya de por sí escasos derechos laborales mínimos que todavía emanan de Europa.
Teniendo todo eso en cuenta, la relación de debe mantener el Reino Unido con la UE es una cuestión incómoda para casi todos los actores políticos y bastante complicada para el electorado. Las fuerzas de derechas están divididas. Dentro del Partido Conservador en el poder conviven posiciones encontradas (el exalcalde de Londres Boris Johnson, por ejemplo, aprovechará la campaña para desequilibrar la posición de Cameron y plantear una batalla por el liderazgo).
Por su parte, el Partido Laborista se ha enfrentado a grandes contradicciones para mantener su postura favorable a la Unión Europea (de manera oficial el partido ha hecho campaña a favor de la permanencia en la UE, pero se ha organizado una pequeña campaña de izquierdas a favor del Brexit). Por último, las fuerzas nacionalistas de corte progresista se posicionan a favor de la permanencia en la UE (SNP en Escocia, Plaid Cymru en Gales y Sinn Féin en Irlanda).
Está claro que la posición que defienden las fuerzas partidarias del Brexit y el mismo Cameron (con Brexit o sin Brexit) es contraria a la visión de una Europa social, democrática, respetuosa con el medio ambiente y defensora de la paz global y la solidaridad.
Resulta evidente que el actual modelo de integración de la Unión Europea no garantiza de ninguna manera todo eso y que la actual correlación de fuerzas hace imposible cambiar ese modelo desde dentro. Sin embargo, en Europa la izquierda está a favor de esa visión general.
En esa situación, es muy posible que una hipotética salida de la Unión Europea, en lugar de ofrecer un marco de lucha más adecuado, suponga un retroceso, especialmente en el terreno de los derechos sociales. Ese es al menos el punto de vista que defienden las fuerzas de izquierdas. En el otro espacio ideológico –el de la derecha– se escuchan otros argumentos, subrayando especialmente las pérdidas que sufrirían los bancos y los fondos de inversión si el Reino Unido abandonase la UE.
De manera resumida, en muchos sectores de la izquierda la postura con respecto a la UE es cada vez más euroescéptica, también en Euskal Herria. No obstante, a la hora de dar nuestra opinión sobre el Brexit deberíamos tener en cuenta lo que hemos expuesto más arriba, es decir, que en el contexto del Brexit las fuerzas de izquierdas se posicionan a favor de Europa, porque defienden esa otra Europa que hemos descrito y porque entienden la salida del Reino Unido de la UE como un paso adelante en la involución política y democrática.
Las primeras consecuencias del Brexit en Euskal Herria irían unidas a las consecuencias que pueda tener en Gales, Escocia e Irlanda, en función de cómo influya en sus respectivos procesos de liberación. Sin embargo, a día de hoy es imposible prever qué efectos tendría a largo plazo en la construcción de la Unión Europea.
Irlanda, Escocia y Gales
El Brexit tendría graves consecuencias para Irlanda. Alguien podría tener la tentación de verlo como una oportunidad, pero las consecuencias serían muy graves. Ante ello, la mejor opción para el pueblo irlandés es desarrollar y aplicar plenamente el Acuerdo de Viernes Santo. Según las explicaciones que nos ha dado el Sinn Féin, estas serían algunas de las consecuencias del Brexit:
Reforzamiento de la división entre el Norte y el Sur de Irlanda. Hoy en día, la frontera entre el norte y el sur no se aprecia físicamente. Se tome la carretera que se tome, la frontera no se ve por ningún sitio, aunque siga ahí, y, como bien sabemos en Euskal Herria, eso tiene su importancia. Con el Brexit la frontera volvería a ser "más física". Se podrían poner controles, ya que pasaría a ser una frontera exterior de la UE.
Se perderían las ayudas económicas (fondos estructurales) que actualmente llegan dentro del Peace Program de la Unión Europea, y esos fondos han tenido y siguen teniendo enorme importancia en la colaboración transfronteriza, ya que en la mayoría de los casos ese dinero llega de manera bastante directa a las comunidades. Mediante el Brexit, el Reino Unido rechaza el acuerdo político (el proceso de paz) y utiliza los recortes de derechos humanos como arma añadida para debilitar y frenar al Sinn Féin.
Así mismo, Londres utiliza la austeridad en contra de los republicanos (evidentemente, el Sinn Féin se opone a la austeridad), imponiendo recortes al gobierno de Irlanda del Norte. Seguidamente, la derecha utiliza eso como argumento en Dublín, denunciando que el Sinn Féin se opone a la austeridad en el sur y la impone en el norte, lo cual no es sino una clara manipulación político-electoral.
El Brexit conllevaría un enorme retroceso en el progreso político y económico del norte de Irlanda, complicando las relaciones transfronterizas y aislando el norte del sur. Ante esa situación, en el caso de que se produzca el Brexit el Sinn Féin no descarta exigir el Border Poll que prevé el Acuerdo de Viernes Santo.
En gran medida, Escocia también ve el Brexit como una oportunidad, ya que la sociedad escocesa apuesta firmemente por la Unión Europea y porque en su referéndum ese fue uno de los principales argumentos que se esgrimió para defender la postura favorable a permanecer en Gran Bretaña.
No es una cuestión sencilla, pues no hay que olvidar que el Brexit es una enorme fuente de problemas y obstáculos. En el caso de Escocia, y dado que el pueblo escocés ya ha trazado su camino, llegado el caso de que los resultados reflejasen dos mundos distintos le resultaría más fácil jugar nuevamente la partida (segundo referéndum) y quizás ganarla.
Para Gales la situación es más difícil, ya que la opción independentista no está tan extendida. No obstante, se podría abrir un escenario muy interesante, pues el Partido Laborista y el Plaid Cymru –partidarios ambos de permanecer en la Unión Europea– representan a una gran mayoría de la sociedad galesa.