Que los gobernadores civiles pertenecen a un tiempo pre-democrático no lo discute ya nadie. Que son personas sin legitimidad para participar en política, pues son elegidos a dedo, y por lo tanto, no son parte de una institución democrática sino de un apéndice del gobierno de turno, tampoco lo discute ya nadie. Que al ser una figura anclada en el franquismo es cuestionada por todos es palpable. Pero que el partido en el gobierno español incapaz de recabar apoyos democráticamente, utilice esa figura trasnochada para intentar imponer sus criterios, eso es inadmisible.
¿Cómo es posible que esa figura anti-democrática y franquista pueda recurrir y paralizar las iniciativas que la mayoría parlamentaria decide democráticamente en el Parlamento elegido libremente por la ciudadanía?
Declaraciones de Maitane Intxaurraga sobre la imposición del estado ante el pago de la paga extra:
Artículo de opinión de Borja Imaz y Maitane Intxaurraga, miembros de Sortu Sakana:
Desde la década de los 50 4.774 torturados/as, más de 22.417 detenciones, 494 muertos/as, desaparecidos, heridos/as... La raíz, un conflicto político sin resolver. Hablamos de Euskal Herria, de un pueblo que no llega a los tres millones de habitantes. La "aportación" de la Guardia Civil en estas historias a sido terrible. Hoy en día, en Sakana por ejemplo, tenemos que soportar día si y día también, controles de carretera con la consiguiente merma en la libertad de circulación de la población. Los Patrol de la Guardia Civil son parte del paisaje, un agobio injustificable. Además, este verano hemos tenido dos ejemplos muy clarificantes sobre la función que cumplen.
«Leiza es Navarra y Navarra es España y la Guardia Civil seguirá estando en Leiza por mal que les pese a algunos». Esta frase pronunciada por el ministro de Interior español refleja bien a las claras el talante antidemocrático del Estado Español y de la Guardia Civil, "una de las instituciones más emblemáticas del Estado" en palabras del propio ministro. El mensaje de Fernández Díaz ayer en Leitza rezuma el espíritu de las proclamas que el General Emilio Mola lanzara desde Pamplona en la trágica primavera de 1936: "¿Parlamentar? ¡Jamás! Esta guerra tiene que terminar con el exterminio de los enemigos de España"; "Hay que sembrar el terror... hay que dejar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros".